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Realidad y derechos humanos

El Peru de Fujimori: la ultima dictadura de Sudamérica

El Peru de Fujimori: la ultima dictadura de Sudamérica

El régimen dictatorial llevado a cabo por Alberto Fujimori durante los anos noventa ha sido lavado por el olvido de algunos jovenes peruanos y por el desdén de una parte de la clase politica dispuesta a abandonar los valores republicanos por mantener una cierta continuidad en el sistema economico. Sin embargo es indispensable tener en cuenta que la moralidad de un Estado no se puede intercambiar bajo ningun pretexto ni bajo ninguna condicion. Estas lineas son un "recordatorio" de las razones de la llegada de los Fujimori al Poder y de como estos pervirtieron a la politica peruana hasta formar un régimen dictatorial:

 

El final de la aventura militar de los años setenta:

 

Durante gran parte del siglo veinte, el Perú fue controlado o amenazado por las instituciones militares. En efecto, estas tomaban el poder, se infiltraban en él o lo influenciaban cuando les venía en gana y cuando sus intereses estaban en juego. En este sentido, la última vez que los militares confiscaron el poder a los civiles fue en 1968 cuando el General Velasco Alvarado dio un golpe de Estado acusando al presidente liberal Fernando Belaúnde de aprovecharse personalmente de las riquezas petroleras del Perú. A su turno, Velasco Alvarado será puesto de lado el 29 de agosto de 1975 por una junta de jefes de cinco regiones militares, y será reemplazado por el que era su propio ministro: El general Remigio Morales Bermudes, poniendo fin a la experiencia de “socialización revolucionaria” de Velasco Alvarado.

No obstante, los militares nunca simpatizaron con las teorías democráticas, por lo cual el General Morales-Bermudes, declaraba en mayo de 1976 que la democracia estaba ligada a una fórmula “históricamente atrasada que nunca ha respondido a la realidad nacional en la medida que es importada de otras realidades socio-políticas y de otro continente”. Esto demuestra el grado de comprensión democrática con la cual los regimenes armados legitimaban su poderío, su autoritarismo y su injerencia dictatorial en los asuntos civiles.

Pero en 1978, frente a una crisis económica que generó una insurgencia social (y su respectiva represión manu militari), Morales-Bermudes se resignó a devolverle el Perú a los peruanos. Democráticamente se le dio a la nación una Constitución en 1979 luego de haber convocado a una Asamblea constituyente, y en 1980 fue elegido como Presidente el centro-derechista Fernando Belaúnde. Dos problemas consecuentes a los gobiernos militares marcarían el quinquenio de su gobierno: El primero es el arrastre de la crisis económica legada por su predecesor, con una deuda externa que aumentaba y una inflación galopante. En cuanto al segundo problema del terrorismo, este vino con el regreso a la democracia, ya que la desmilitarización del Estado condujo al tristemente célebre movimiento terrorista “sendero luminoso” a iniciar la lucha armada con una esperanza de impunidad.

 

La catástrofe económica de los ochenta:

 

En 1985, luego de cinco años de democracia derechista Belaundista, el Perú se encontraba desamparado, y a un paso de las urnas un candidato de izquierda y joven encarnaba el cambio de situación que todos buscaban. Es así como el social demócrata Alan García Pérez del tradicional partido político APRA[1] es elegido presidente de la República a sus treinta y cinco años. Sin embargo las esperanzas, su mandato será calificado de desastre económico y social. Destruyendo, por consiguiente, la imagen de su partido y de todos los partidos tradicionales. Al final de su gobierno, García, heredero de una economía mal llevada dejó al país en la bancarrota, aislando al Perú del Fondo Monetario Internacional, de la comunidad internacional y creando una situación interna e inflación que superaba los dos millones setecientos mil por ciento. Frente a esta situación, los grupos terroristas habían aprovechado la situación para captar más adeptos a sus ideologías entre los más desfavorecidos, desatando una guerra civil que ha provocado aproximadamente veinticinco mil muertos[2] y desaparecidos. Por otro lado, en la región amazónica del Perú, los narcotraficantes, convertidos en narcoterroristas, habían llevado al Perú a convertirse en el primer exportador de cocaína del Mundo. Por su parte, la capital Lima, con sus ocho millones de habitantes, nunca se pareció tanto al sector pobre de Calcuta. La falta de agua potable, de luz, de medicamentos, de trabajo, de infraestructuras, la penuria en productos de primera necesidad... Había creado una delincuencia dispuesta a todo para recuperar ilegalmente lo que sería imposible de conseguir por la vía legal. La sociedad urbana estaba dividida, por un lado, las clases alta y la moribunda clase media vivían con el temor del terrorismo y de la delincuencia. Por otro lado, en zonas periféricas de la capital vivían, separados por muros o por la lejanía, los pobres. Las clases desfavorecidas del Perú, gran mayoría de migrantes de la montaña en búsqueda de paz o bienestar en la capital, a los que se les permitió de lograr como único objetivo la fundación de clases socio económicas más bajas que la clase baja existente. Ésta es la situación el día mismo de las elecciones de 1990 donde el candidato de la derecha liberal, Mario Vargas Llosa, es derrotado por el casi desconocido pero carismático candidato llamado “chinito Fujimori”.

 

La llegada al poder de Fujimori y el cambio de los noventa:

 

Descendiente de una familia japonesa emigrada al Perú en 1933, Alberto Fujimori toma el mando de Presidente del Perú a sus cincuenta y un años. Ingeniero agrónomo de profesión y primero de su promoción en la universidad agraria de Lima, seguirá algunos estudios en Estrasburgo (Francia) y se convertirá en el rector de su universidad. Más tarde, asumirá la función de presidente de la asociación de rectores entre 1987 y 1989. Su partido, fundado por él mismo, con la ayuda de la comunidad japonesa y de algunos influyentes evangelistas, será llamado Cambio 90. Fujimori venderá incluso sus bienes para financiar su campaña electoral ya que no tenía el respaldo de grandes grupos económicos ni de partidos políticos. Su movimiento es independiente, sin raíces ni ideologías y por ende con lealtades políticas frágiles y aún a construir como lo afirma el director del centro de información del campesinado de Piura, profesor Bruno Revesz. La construcción de su política y sus alianzas serán hechas con nuevos actores creados por el mismo Fujimori o gracias al fujimorismo. De esta manera, su partido Cambio 90 formará alianza con una nueva agrupación denominada Nueva mayoría, compuesta por personas muy ligadas a su propio partido. En resumidas cuentas esta estrategia de “falsa alianza”, que bien hubiera podido formar un partido único con Cambio 90, quería mostrar que Fujimori no estaba solo en el combate por el cambio. Sin ser electo, esta patraña política fue la primera mentira del fujimorismo.

Luego de su elección el ex Presidente se atacará con éxito a la inflación llevándola de un ritmo de 400 % en el mes de agosto de 1990 a una estabilidad inflacionaria de 10% en octubre del mismo año. Utilizando una medida neoliberal perfecta desde el punto de vista económico: el “fujishock” Así elevando la inflación a cifras astronómicas en un solo día terminaría con la demanda económica y estabilizaría la inflación en solo algunas semanas. Desde el punto de vista social evidentemente esto fue una catástrofe por la devaluación del dinero tan abrupta, que provocó no solo un inicio de hambruna, sino también el aumento de la mortalidad infantil.

Fujimori optará también por la lucha contra el cáncer peruano del terrorismo desde su llegada al poder. El 17 de enero de 1991, el Parlamento peruano votará la ley 25 327 que autorizaba al poder ejecutivo a tener poderes legislativos en materia de inversiones desempleo y pacificación. Este último tema teniendo una singular importancia, ya que entre 1980 y 1992 el movimiento maoísta “sendero luminoso” y sus colegas terroristas del movimiento guevarista M.R.T.A (Movimiento Revolucionario Tupac Amaru), habían provocado muerte y daños materiales por millones de dólares contribuyendo a la destrucción de la infraestructura. Con una preocupación de pacificación o de justificación para atacarse hacia las entidades estatales, Fujimori elabora una serie de decretos-ley que reorganizan todo el aparato represivo del Estado. El Parlamento, estimando que el Presidente no ha respetado las condiciones de la ley que lo habilitaban a legislar, anuló los decretos respectivos en febrero de 1992. En efecto, la reorganización del sistema represivo que Fujimori había previsto no pasaba por el refuerzo de las autoridades civiles como se había entendido con todos los partidos políticos (que no querían conceder poderes a los militares), esta concertación había tenido lugar en debates previos y era una condición para adoptar la ley 25 327.

 

El renacimiento del totalitarismo:

 

En abril de 1992, dos meses después de la anulación por parte del Parlamento, el ingeniero anuncia la disolución de esta institución del Estado y en lugar de convocar a elecciones legislativas convoca a elecciones para crear una nueva Constitución: es lo que se llama un autogolpe. La consecuencia inmediata es el aumento impresionante del poder militar. Igualmente, y según el análisis del profesor en el Instituto de ciencias políticas de Aix-en-Provence (Francia), Olivier Dabène, el poder del servicio de inteligencia es puesto en el mismo rango que el propio poder presidencial, en una jerarquía en la cual estos dos dominan a las fuerzas armadas. Para legitimar este autogolpe y la subida al poder del servicio de inteligencia con el aval de Fujimori, se procederá a la captura del líder terrorista Abimael Guzmán que ya estaba seguido desde hace varios meses, y que bien hubiera podido ser arrestado antes del autogolpe.

El mes de abril de 1992 marcará entonces el final de la era democrática del Presidente e inaugurará un período de más de ocho años donde la concentración autoritaria del poder estará en manos de Fujimori y de su asesor, el jefe del servicio de inteligencia, Vladimiro Montesinos.

 

Pero antes de ir más lejos sobre este tema, sería conveniente de saber cuáles fueron las razones de la llegada a la presidencia de Fujimori, y ¿por qué se confió extrañamente tanto poder a su asesor? Por otro lado, también sería lógico de preguntarse ¿por qué sólo ocho años después se operó la caída de este régimen? Y por último, ¿cuáles fueron las causas que llevaron a la restauración de la democracia?

 

A continuación trataremos de resolver estas interrogantes analizando en primer lugar las causas sociales y políticas que llevaron al poder y que degeneraron a Fujimori.( I ).

En un segundo tiempo y después de una lógica cronología estudiaremos algunas de las razones que llevaron a la restauración democrática y a lo que se refleja actualmente en la sociedad peruana. ( II ).

 

I / Las causas de la llegada al poder de Fujimori y la degeneración de un apolítico:

 

En esta sección procederemos a un análisis de las diferentes razones que se conjugaron y que dieron como resultado la victoria de un apolítico frente a la ineficacia del régimen de los partidos tradicionales ( A ). En un segundo tiempo, veremos cómo y por qué se operó este cambio que los peruanos esperaban, degenerando y provocando el final de una era democrática ( B ).

 

A / Un sistema político tradicional ineficaz:

 

Si el sistema político de los años ochenta se había mostrado ineficaz es porque los partidos de tradición no habían sabido solucionar los problemas más graves del Perú ( 1 ). De esta manera, Fujimori dándose una imagen en ruptura con este sistema quería encarnar una nueva era apolítica de prosperidad ( 2 ).

 

1 ) El cansancio de los partidos tradicionales y la impotencia de estos a manejar la política interna del Perú:

 

Como lo hemos relatado anteriormente, al final de los años setenta una restauración de la democracia se opera, llevando a la victoria presidencial a un partido de tradición de centro- derecha, cinco años después un cambio se opera dándole esta vez la victoria a un partido de tendencia opuesta (social-demócrata). No obstante, si bien el peruano espera una transformación de los objetivos del Estado para solucionar una situación interna que se agrava, este cambio de Presidente se da en el marco del sistema de partidos tradicionales. Siendo la segunda y última oportunidad acordada a éstos antes de la entrada en el campo político de un hombre contrario a los procedimientos de estos grupos políticos.

Durante la década de los ochenta, también llamada “década perdida”, dos problemas mayores fueron la causa del desastre que se vivió en el Perú, teniendo como principales protagonistas (que el pueblo confunde con culpables) a los partidos. Estos son problemas fueron el terrorismo y la crisis económica.

En cuanto a los terroristas, éstos se aprovecharon de la reconciliación con la democracia en 1980 para restablecer la lucha armada en mayo de ese año. Una estrategia ventajosa para los guerrilleros, ya que los civiles que tienen en sus manos el poder rehusan en la medida de lo posible toda intervención de los militares en los asuntos capitales del Estado. Y como los militares son distanciados (al comienzo) de los terroristas, estos últimos pueden así conquistar, de manera irreversible, las regiones más alejadas y pobres del Perú. Es únicamente siete meses después de los primeros ataques terroristas, y solo cuando estos se aproximaban de Lima, que el Presidente de la República dio poderes a los militares para combatir el terrorismo, lo que provocó automáticamente un aumento de violaciones de los derechos humanos. Por otro lado, terrorismo no solo se aprovechó de la frágil situación política, pero también benefició de una geografía y de una vegetación adecuadas para quedar casi siempre en la clandestinidad. Por último, no hay que olvidar que la causa más importante del terrorismo es la pobreza y el sentimiento de abandono por parte del Estado centralizado en la capital. Es de esta forma que los terroristas captaban a sus adeptos, muchas veces obligando a los campesinos a unirse a su lucha y conjugando esta obligación con un resentimiento hacia los limeños o los políticos que concentraban el poder y las riquezas. De esta manera, incluso los militares no creían que la solución fuese de aumentarles el poder pero sabían (como hombres de terreno que eran) que la solución era la erradicación de la pobreza. Así, en 1984 el comandante de la zona de Ayacucho, general Huamán Centeno decía, en una entrevista de S. Bourque y K. Warren para el Latin American reseach review: “Aquí la solución no es militar, porque si tal fuese el caso, ya hubiera resuelto el problema en algunos minutos(...) pero esta no es la solución. Lo que pasa es que tenemos que tratar con seres Humanos en pueblos perdidos que claman su miseria desde hace 160 años y nadie los ha escuchado. Nosotros sufrimos ahora las consecuencias”. Por consecuente, lo que agravo aún más el terrorismo fue la economía peruana de los ochenta, que detallaremos a continuación, aumentando así la cantidad de pobres y humillando a las clases campesinas

En cuanto a la economía, no hay que olvidar que cuando el gobierno militar le devuelvió la democracia al Perú, es porque la situación económica era catastrófica: Enorme déficit del presupuesto nacional, una masa monetaria que no cesaba de aumentar para financiar las industrias públicas que a su vez no generaban ningún beneficio... Desde su entrada al poder en 1980, el gobierno de F. Belaúnde trata de rescatar al país de la crisis instaurando una serie de medidas para liberalizar una economía y un comercio exterior poco integrados en la esfera internacional. Pero la industria peruana, incapaz de resistir al cambio drástico en la política económica (de proteccionista a liberal), cede ante los productos importados por falta de preparación y concertación con el gobierno. Esto provoca un aumento de más de 80% de las importaciones y por ende un aumento del déficit de la balanza comercial. Para salir de este problema, un cambio de planes se opera en 1983, así las tasas de importación se elevan (para favorecer al mercado interno), el precio del petróleo también se incrementa y la moneda se devalúa. El resultado será un generoso excedente en la balanza comercial, pero también una inflación de mas de 110% (debido a la devaluación provocada), un aumento de 8.4 a 11millares de dólares de deuda externa, y una destrucción del poder adquisitivo en un mercado interno moribundo después del cierre de numerosas industrias. El Perú, desnudo frente a la crisis económica mundial no hace mas que hundirse en su propia inflación, y es de esta manera que el Presidente izquierdista, Alan García, toma las riendas del Estado.

En el primer día de su mandato la deuda externa absorbía 60% de los beneficios de las exportaciones, siendo razonable según la concepción del presidente García de imponer al Fondo Monetario Internacional (FMI) un límite de pago estimado a 10% del beneficio de las exportaciones. Desde el punto de vista del FMI, esta no era la solución al problema, y poco a poco esta institución perdió confianza en el Perú dejándolo a la merced de la miseria. Por otro lado, el cobre, la plata y el zinc, que son unos de los productos más exportados por el Perú, han bajado de precio en los mercados internacionales, y aunque la producción minera haya aumentado, el beneficio generado por la exportación de estos productos ha bajado de un tercio entre comienzos y mediados de los años ochenta. Frente a esta hecatombe económica el Presidente opta por la política del “borrón y cuenta nueva”, creando en 1986 una nueva divisa monetaria: El Inti. A partir de esa fecha se fijan los precios de los productos de primera necesidad, los salarios y la inversión pública son aumentados, se reducen los impuestos y el precio de la energía. Todas estas medidas buscaban el aumento del poder adquisitivo, del comercio y por consecuencia una reactivación de la industria peruana. Incluso un plan quinquenal, de inspiración soviética de los años cuarenta, debía de cuadrar todo el sistema económico mejorando la calidad de vida de los más pobres. Pero una vez más, los resultados son ligeros: un crecimiento de 8% en 1986 y una inflación reducida de mitad. Pero como contrapartida a este avance y por segunda vez desde 1982, a nadie se le ocurrió preparar a los industriales a una demanda interna que se preveía creciente (debido al aumento de los salarios), y por consecuencia, el Perú vivirá una penuria alimentaria que lo llevará a aumentar sus importaciones de 35%. Finalmente, la situación termina agravándose más a causa de la dependencia a la exportación petrolera, y esto debido a un desplome de 55% del precio del barril de crudo. El resultado es automático en la balanza comercial y de pagos provocando así un déficit de más de 1.5 millares de dólares. En 1987 la deuda pasa los 20 millares y el FMI ya ha decidido de no acordar más préstamos; Mientras que, por su parte, los capitales extranjeros se alejan del Perú por miedo de una nacionalización masiva y debido a los riesgos de la economía del país.

A finales del año 1988, ¡el PNB baja de 25%, y el nivel de vida se degrada en al menos 40% y de manera tal que ha provocado una disminución de 15% de las importaciones! En 1989, poco antes de terminar su mandato, la inflación sin precedentes llega a un ritmo de 2300% por mes, el descontento general y las huelgas que paralizan al país obligan a García a jugar la carta de la liberalización tal como lo hizo el general Morales-Bermudez antes de dejar el mando e inaugurar una nueva era política.

 

2 ) La imagen de Fujimori en ruptura con la política de los partidos:

 

Ante todo este alboroto socio económico, la imagen de todo político era poco apreciada por la opinión pública, ya que durante diez años los dos ejes principales del sistema político del Perú no habían sabido resolver los problemas del país y habían empeorado la situación. Fujimori por su parte beneficiaba de una imagen “fresca” porque pocos lo conocían, encarnaba el hombre no politizado y por ende independiente. Sus intenciones eran claras (la propaganda resumía todo en tres palabras “honestidad, tecnología y trabajo”), y su campaña se centraba mas en las ideas y en la imagen popular que en la confrontación personal contra sus competidores. Todo esto, se conjugaba evidentemente con el cambio y la ruptura con los partidos que los peruanos buscaban, ya que aquel contrato social que se había pasado con ellos en 1979 (firma de la Constitución) no había dado sus frutos.

Fujimori aparece entonces en 1990 como el salvador frente a su rival: el escritor Mario Vargas Llosa quien proponía de manera franca un “choc” económico para salvar el sistema de la crisis. Pero si bien, este último era también un nuevo llegado en política y beneficiaba del respeto de millones de ciudadanos, no parecía ser el que encarnaba de manera más auténtica su independencia de la clase política de antaño.

Entre los allegados de Fujimori todos eran nuevos y pertenecían a una comunidad de descendientes de japoneses que resaltaban aún más esa impresión de cambio. Con Vargas Llosa, la diferencia era flagrante ya que sus nuevas figuras por mas nuevas que fuesen representaban, para el elector, al blanco adinerado e ignorante de la miseria o al criollo “palabrero” y demagogo.

Por otro lado, las referencias al Japón de Fujimori en sus discursos de candidato alimentarían, según la profesora en asuntos latinoamericanos en la universidad Paris III Dra. Demélas-Bohy, la idea que existiría una estrecha relación peruano japonesa, y que estos últimos estarían dispuestos a ayudar al Perú, llevándolo hacia las vías del éxito asiático. Esta tesis se ve reconfortada si se tiene en cuenta de la desconfianza que el ciudadano tenia para con sus representantes tradicionales y del cambio de mentalidades de la sociedad peruana (menos nacionalista) desde el final del régimen militar.

 

B / El precio del cambio o el trueque con la democracia:

 

Toda voluntad de cambio sin medir las consecuencias tiene un precio, así pasar sin preparación de un régimen liberal hacia un régimen socialista (como en 1985) dio como resultado una hecatombe económica porque se quiso re-fundar un sistema que existía desde poco. Fujimori desde su llegada a la Presidencia sabrá que el poder en la República es compartido, pero que para salir del hoyo complicado de los procedimientos políticos y hacer avanzar al país, deberá sacrificar lo creado y convertirse a su turno en fundador de una nueva era pervirtiendo el poder de manera totalitaria (1) antes de verse controlado en su misma tela de araña por un segundo hombre hambriento de poder (2).

 

1) Fujimori y la perversión del poder:

 

El filósofo francés Montesquieu decía que: “aquel que tiene el poder tiende a abusar de él”. Es por eso que, según una vieja concepción de la democracia, que viene desde la antigua Roma, y que fue imitada por los ingleses y calcada por los estadounidenses, existen una serie de mecanismos en el Estado que tienden a limitar el poder y a repartirlo para evitar los abusos. De esta manera, en el Estado hay tres poderes que deben siempre de permanecer independientes uno del otro, dos nos interesan aquí: el ejecutivo (Presidente y ministros), y el legislativo (parlamentarios). En democracia y según una y otra Constitución, en el Perú los ministros se reparten las carteras según temas específicos, pero el que los nombra es el Presidente de la República ya que este es él quien representa al pueblo que lo ha elegido. La consecuencia inmediata es que los ministros siguen la tendencia y la política del Presidente. Por su parte el poder legislativo se ocupa de hacer las leyes y representa a todas las voces del pueblo ya que en su seno confluyen los partidos más importantes, la concertación con los ministros (y por ende con el Presidente) es importante para llevar a cabo una acción que solo puede ser conjunta en democracia. Por esta razón, cuando la mayoría en el legislativo es del mismo partido que el Presidente la negociación es más rápida, pero cuando el Presidente no obtiene la mayoría un acuerdo es necesario con otro(s) partido(s) para llevar a cabo una acción. Finalmente, y simplificando este tema, el legislativo tiene una arma contra un poder ejecutivo que no les conviene, así los parlamentarios pueden destituir de manera Constitucional a los ministros dando un mensaje de descontento al Presidente quien nombrará un nuevo gabinete. Pero el parlamento no abusa de esta arma ya que aquel mecanismo tiene su contrapartida en el poder ejecutivo y más específicamente en manos del Presidente, quien puede disolver el poder legislativo y convocar a elecciones cambiando así a los parlamentarios.

Según esta concepción, el mejor aliado de un Presidente democrático debe de ser el parlamento, pero después de las elecciones de 1990 donde dos tercios de la población - mas allá de votar por Fujimori o por Vargas Llosa – votó contra los partidos y el sistema tradicional, iba a provocar un futuro corto circuito entre el poder ejecutivo y legislativo.

En efecto, como lo hemos detallado anteriormente, el 5 de abril de 1992 Fujimori decide disolver el poder legislativo utilizando sus prerrogativas constitucionales de jefe de Estado. Pero el entonces Presidente no se limita a este punto, y seguramente por miedo de perder las elecciones legislativas que se anunciaban luego de la disolución, decidió cerrar anticonstitucionalmente la cámara de diputados y senadores con la ayuda de las fuerzas armadas y de convocar a elecciones para elegir un congreso que tendrá como misión de crear una nueva Constitución. Es a partir de esta fecha que Fujimori comienza a gobernar a la imagen de un conquistador de la época de la colonización, ya que no solo busca fundar por enésima vez el sistema peruano, pero también aumenta el poder Presidencial y lo centraliza aún más, provocando lo que muchos entes democráticos calificarán de dictadura enmascarada en democracia. Por su parte, los ciudadanos saben que este mecanismo no es correcto y que Fujimori, normalmente garante de la Constitución, está creando un sistema a su imagen totalitaria. Pero muchas razones reprimen la voz del pueblo, la primera es el miedo de los militares que ocupan las calles y los alrededores de los edificios públicos, el temor de las fuerzas armadas libertinas no ha abandonado aún la memoria de los peruanos desde la era militar. En segundo lugar, el peruano ve en este cierre del legislativo un castigo hacia los parlamentarios tradicionales y a los partidos que representan, por esta razón, el pueblo está dispuesto a ceder provisoriamente sus instituciones a cambio de avances en materia de terrorismo y economía. En esta lógica, a algunos les vuelve esta nostalgia del “hombre fuerte” en el poder capaz de resolver los problemas que los hombres políticos no han sabido manejar; En cierto sentido, este es un problema al que muchos países de Latinoamérica se ven confrontados, ya que en tiempos de dictadura las acciones del Estado solían ser más rápidas y en democracia fueron más lentas porque la voluntad tenía que ser común. Así, en octubre de1996, en una encuesta del Latinobarómetro, se estima que en el Perú, al igual que en América Latina, más de 65% de la población está poco o nada satisfecha con la democracia (el mejor resultado es presentado por Uruguay con “solo” 47% de descontentos).

El Perú, luego de la captura del líder terrorista Abimael Guzmán, cinco meses después del autogolpe, para legitimar el nuevo régimen, comenzó a creer a ojos cerrados que el sistema fujimorista antidemocrático y totalitario daba efectivamente sus frutos. Lo que es cierto es que Fujimori, como buen populista que fue durante su mandato, le dio al pueblo lo que quería, castigando a los partidos, avanzando en materia de terrorismo y economía. Pero su estrategia de utilizar y aumentar el poder a entes sin poderes constitucionales, como el servicio de inteligencia, iba a reservarle una consecuencia inesperada.

 

2 ) La aparición de un segundo hombre en el seno del poder:

 

Luego del autogolpe, la democracia fue confiscada, la constitución fue cambiada, y las instituciones fueron controladas por personas de confianza. El poder Presidencial era supremo ante otro ente del Estado, e incluso el parlamento estaba bajo su control gracias al tráfico de influencias o a la corrupción que se organizaba discretamente. El poder judicial por su parte se esforzaba, seguramente por la primera vez en su historia, en ser una institución independiente, pero las presiones políticas y la corrupción en su seno eran tales que les era imposible de mantener un Estado de derecho digno de una República.

Una sola institución quedaba a ser sometida: Las fuerzas armadas, que desde la independencia del Perú no habían sido controladas lo serán bajo el régimen de Fujimori gracias al aparato de influencia de su asesor del servicio de inteligencia (Vladimiro Montesinos).

Fujimori se impone, desde su llegada al poder, a los militares, y no tardará en confiscarles los privilegios absolutos que estos se habían atribuido: Devolución de los botines de guerra recuperados a los narcotraficantes, restauración del poder civil en zonas ocupadas por militares y terroristas. Y sobretodo, el retiro a la alta jerarquía del beneficio de nombrar a su jefe según una regla primus inter pares. Según el editorial del diario peruano El Expreso del 9 de mayo de 1992: “durante decenios, la nominación de los comandantes en jefe de cada una de las fuerzas armadas dependía de un escalafón interno y, eventualmente, de una asamblea de estos oficiales que designaba al primero de entre ellos. Este era luego nombrado, sin discusión alguna, por los civiles que ejercían el poder político”.

El asesor Montesinos va a jugar aquí un papel principal, utilizando sus influencias, extorsionando (porque filmaba a todos sus invitados en situaciones comprometedoras), y corrompiendo a las fuerzas armadas para reformarlas y someterlas al poder Presidencial. Fujimori, para recompensar tanta “lealtad” y por el hecho de hacer discretamente el trabajo sucio del nuevo régimen, dio al servicio de inteligencia poderes de decisión y un presupuesto completamente autónomo y secreto. El nombre de “servicio de inteligencia nacional” cubriría de esta manera toda investigación bajo el pretexto de la seguridad nacional. Más tarde, el asesor se servirá de este aparato del Estado para llevar a cabo una serie de tráficos ilícitos al interior y exterior del Perú, amasando una gran cantidad de dinero sucio y tratando con mafias internacionales. Por consecuencia, si volvemos a tomar en cuenta esta frase de Montesquieu que dice “todo aquel que tiene el poder tiende a abusar de él” nos damos cuenta que el asesor se aprovechó del cheque en blanco que el irresponsable Presidente le firmó, abusando del poder que se le había acordado.

Sin embargo todo esto no hubiera sido posible sin el aval de la CIA quien protegía la acción de Montesinos, por ser uno de sus informadores privilegiados. Protección que le será retirada después de que el Departamento de Estado estadounidense se diera cuenta que Montesinos jugaba con dos barajas, comportándose como espía para Washington, pero a su vez vendiendo armas a las FARC que los estadounidenses combatían con el Plan Colombia. Basándonos en una publicación del Instituto de Altos Estudios de América Latina de la universidad Sorbona de Paris: Fujimori, su asesor, y sus cómplices, funcionaban como una “camarilla de mafiosi” que contaba con el apoyo de los Estados Unidos y de organismos financieros internacionales. Estos últimos se aprovechaban así de la situación de un Perú frágil, centralizado y sin alternancia política. Fue solo cuando esta camarilla traicionó a Washington que todo el régimen comenzó a desplomarse.

 

 

II / Las razones de la restauración democrática:

 

Después de haber vivido diez años bajo un régimen autoritario y mafioso, la coalición fujimorista se descompuso a raíz de escándalos de corrupción puestos a la luz por la publicación de los videos comprometedores que Montesinos acumuló durante una década. Por su parte, Fujimori fue destituido por incapacidad moral después de haberse fugado al Japón. Durante un año y bajo el respeto de los principios constitucionales, un gobierno provisorio tomó las riendas del Estado, convocando a elecciones presidenciales y viendo (re) aparecer antiguas y nuevas alternativas políticas (A) que crearon a sus vez un despertar generalizado de la sociedad civil (B).

 

A / Una nueva alternativa política:

 

Poco antes de la caída del régimen, Fujimori organizó elecciones Presidenciales en las cuales proponía su persona a un tercer mandato de cinco años. Este proceso electoral fue la ocasión, para muchos observadores imparciales y detractores de Fujimori, de demostrar que este Presidente no era mas que un autoritario y que las elecciones estaban manejadas con la ayuda del asesor Montesinos ( 1 ). Por otro lado, estos comicios sirvieron también como vitrina de algunas nuevas alternativas políticas que convencieron (a pesar de la manipulación) a una parte de la población ( 2 ).

 

1 ) El papel jugado por la Organización de Estados Americanos (OEA):

 

A pesar de algunos llamados a la inconstitucionalidad por parte de la oposición, en el año 2000, Fujimori va a decidir de presentarse por tercera vez consecutiva a las elecciones presidenciales para perpetuarse en el poder cubriéndose detrás de una democracia controlada, a la imagen de decenas de dictadores como Sadam Hussein en Irak, Loukachenko en Bielorrusia, etc.

Para una minoría de peruanos preocupados por los valores democráticos, este régimen se perfilaba más y más a una dictadura; Pero también, y sobre todo, para la comunidad internacional, quien beneficiaba de una educación cívica democrática y que no sufría del adoctrinamiento informativo que pesaba en el Perú.

En el año 2000, para ningún analista en asuntos políticos era un secreto que en el Perú la democracia estaba “enferma”, el problema era saber cómo se podía demostrar esta tesis con pruebas concretas. Y si bien las pruebas concretas no existían aún, hasta el descubrimiento de los videos del asesor, la presunción de violaciones de los derechos constitucionales de los peruanos fue demasiado grande para los observadores de la OEA.

El papel jugado por esta organización fue el siguiente: Eduardo Stein, jefe de la misión de observadores de la OEA, (y ex ministro guatemalteco) llegó al Perú para observar los comicios, lo que no inquietaba a la cúpula en el poder ya que se sabían cubiertos por los estadounidences y también por un principio de derecho internacional que impide a otros países de entrometerse en los asuntos internos de un Estado independiente. Pero Stein, fue más allá de su trabajo, y exponiendo el Perú a una crisis diplomática, se comportó como un inspector, “denunciando” la legitimidad de la victoria de Fujimori, y teniendo como argumento principal la diferencia entre el porcentaje obtenido, y el que reflejaba las encuestas. En efecto, esto era lo único que se le podía reprochar al régimen ya que la manipulación de los medios de comunicación, el espionaje de candidatos, el control del software que contaba los votos (...), eran únicamente fuertes presunciones sin pruebas. Más tarde, luego de una primera vuelta donde la victoria de Fujimori era contestada por muchos, y antes de la segunda vuelta, Stein decidió de irse del Perú en signo de protesta. Por su parte, el candidato opositor, Alejandro Toledo, se retiró de la contienda convocando más tarde a una manifestación revolucionaria llamada “Marcha de los Cuatro Suyos”.

Finalmente, el órgano plenario de la OEA se reunió en Windsor, Canadá, para tratar con urgencia el caso peruano, pero después de negociar sobre los puntos críticos del tema, México, Brasil y Venezuela se opusieron a obligar al Perú a convocar a nuevas elecciones.

En apariencia esto resumía a “nada” las intenciones de Stein y de la clase política democrática del Perú; Sin embargo, todo este trabajo sirvió al menos a legitimar la lucha interna por la libertad (encabezada por Toledo), sembrando así los primeros granos contra el totalitarismo.

 

2 ) El éxito de la crítica toledista o la personificación de una nueva alternativa política:

 

El economista Alejandro Toledo, candidato presidencial poco conocido en 1995, supo convertirse, en pocos meses, en el máximo opositor del régimen fujimorista. Durante la campaña presidencial del 2000, mientras que el aparato del servicio de inteligencia y los medios de comunicación controlados atacaban a los candidatos más “peligrosos” para Fujimori; Toledo, que nunca había tenido un cargo público de confianza en el Perú, estaba aún al margen de la campaña de desprestigio que pesaba sobre los demás. De esta forma, este último continuó a subir en las encuestas, llegando así a obtener un segundo lugar, detrás de Fujimori, y situándose de esta forma, en la cabeza de la oposición contra el Presidente.

De esta manera, el candidato Toledo supo canalizar todas las voces de la oposición, resumiéndolas en una sola y llamando a una alternancia política que sólo podría ver la luz si se terminaba con la era fujimorista. En este sentido, Toledo, valiéndose del descontento de una parte de la población y aprovechándose de sus orígenes humildes e indígenas para convencer (de indio a indio) al electorado más alejado, trajo en su discurso el refuerzo de las instituciones democráticas como solución a los problemas que quedaban por resolver.

En un primer tiempo este fue su tema de predilección para contrariar al grupo fujimorista, ya que en este punto todas las agrupaciones políticas que se sumaron a él estaban de acuerdo. Para estas agrupaciones, Toledo representaba entonces un caballo de Troya en el que podían confiar para restablecer la alternancia política y aspirar, a corto o a mediano plazo, al poder sin toledismo.

[Por esta razón, después de la fuga de Fujimori, Toledo utilizará argumentos que lo demarcarán de los otros políticos que se habían sumado a él, para ganar no sólo la democracia pero también para llegar, al fin, al sillón presidencial]

Sin embargo, el candidato Toledo sabía que si quería tener una chance de ser presidente algún día, tenía que ir más lejos en sus planes y atreverse a hacer lo que pocos políticos se habían atrevido a hacer hasta entonces. De esta forma, renuncia a debatir de temas electorales de igual a igual con Fujimori, y lo denuncia ante el pueblo y ante la comunidad internacional (respaldado por la OEA), tachándolo de antidemocrático y de totalitario. Así, Toledo quiere encarnar la referencia democrática del Perú y convertirse en el nuevo hombre del cambio. No un cambio del régimen de los partidos hacia un independiente, como lo había hecho Fujimori en su tiempo, pero un cambio de un régimen centralista y autoritario hacia una era de reconciliación democrática.

Más tarde, Toledo convocará a una gigantesca marcha nacional (la denominada Marcha de los Cuatro Suyos en honor a las regiones del antiguo imperio incaico) que movilizará a decenas de miles de personas desde diferentes puntos del país hacia la capital, para manifestar contra Fujimori el día de la toma de su tercer mando como Presidente. Esta manifestación de la voluntad popular será duramente reprimida por la policía y degenerará a raíz de las hábiles provocaciones de estos últimos para con los manifestantes, dando de esta manera, una imagen de manifestantes salvajes y anarquistas.

Luego de este triste episodio, los peruanos están divididos: Por un lado los partidarios del cambio se han reconfortado en su lucha o han reaccionado al llamado de Toledo y a la actitud de la OEA. Y por otro lado, los partidarios de Fujimori, que piensan que en el Perú un cambio sería un regreso a la ”anarquía” de los ochenta. Y otros que estiman que Fujimori vive una crisis como las que se vivía actualmente en Venezuela, Colombia o Ecuador sin fundamento otro que el descontento por la pobreza.

No obstante, una gran parte de los peruanos vivían poco interesados por la situación, ya que el control de los medios de comunicación era tal (la totalidad de los siete canales de televisión...), que la población, como adormecida, no reaccionaba o no comprendía la magnitud de las denuncias se acumulaban contra Fujimori (violación de los Derechos Humanos, corrupción, elecciones manipuladas...)

 

B / El despertar de la sociedad civil:

 

Son los civiles en el Perú quienes decidieron el momento de la caída de la dictadura, ya que sin su movilización ninguna acción hubiera tenido éxito. El despertar como lo llamamos aquí, vino con la generalización de la libertad de prensa que acaparó la atención de gran parte de la población ( 1 ). Sin olvidar que los motores de la democratización fueron también las nuevas generaciones inspirando al Perú el ejemplo de las grandes democracias del Mundo ( 2 ).

 

1 ) La generalización de la libertad de información:

 

Después de un período de control de las informaciones por parte del servicio de inteligencia, y un periodo de corrupción masiva de los periodistas y los barones de los medios de comunicación, la realidad salta a la luz gracias a una sustracción concertada de los archivos del jefe del servicio de inteligencia. En efecto, durante la era fujimorista, el aparato del Estado necesitaba el apoyo de los medios de comunicación para legitimar sus acciones autoritarias y para adoctrinar a la población. Los servicios del asesor eran de gran utilidad durante los periodos más difíciles de la dictadura ya que en ciertos momentos no todos los dirigentes de los medios de comunicación estaban de acuerdo con los métodos fujimoristas. Estos responsables de capitales privados, buscaban por un lado mantenerse alejados de un régimen demasiado autoritario, pero también, querían disfrutar de la libertad de informar que la caída del régimen militar les había ofrecido. Por esta razón, cuando los dueños de las cadenas de comunicación no querían colaborar, el jefe del servicio de inteligencia los corrompía. El dueño a su vez, se comprometía a cambiar la línea editorial de su medio de comunicación, optando por un apoyo sin reservas hacia Fujimori. Por ello, los medios de comunicación controlados ya no investigaban sobre la coyuntura, ya no discrepaban, y el trabajo informativo se limitaba a tratar de temas de segundo plano, de anécdotas, de informaciones policiales, e incluso se ocupaba de alimentar mitos sin base científica. En cuanto a los dirigentes que no querían someterse, eran puestos de lado con artimañas políticas y jurídicas que reflejaba la falta de Estado de Derecho en el Perú. Así, se dejaba el lugar a los accionistas minoritarios, que con el aval del gobierno, tomaban el poder de los medios difíciles a someter. Ganándose ilegalmente los favores de estos accionistas minoritarios, el aparato de inteligencia de la dictadura controló de esta manera la totalidad de las cadenas televisivas y numerosas cadenas radiales y de prensa escrita.

Años más tarde, con la publicación de los videos del jefe del servicio de inteligencia, se mostró lo que sucedía realmente en esta pieza de teatro montada para distraer la atención de los peruanos: En efecto, la gran mayoría había recibido directamente dinero público para fundar nuevos medios de comunicación (por supuesto pro Fujimori) o para invertirlos y agrandar la empresa difusora de comunicación.

En todo caso toda esta manipulación que duró más de ocho años fue la que provocó por su propio peso la caída del régimen ya que por falta de alternativa televisiva la demanda de comunicación opositora era creciente. Por esta razón, algunos meses antes de la caída del régimen, algunas empresas de comunicación fueron creadas con miras a denunciar la dictadura captando así una parte de la población hacia la “resistencia”, y acelerando de esta manera la caída del régimen. Pero, la presión económica y política que pesaba sobre ellos era tal que algunos abandonaron y otros se vieron resueltos a continuar pero con un publico restringido. Por ejemplo, una nueva cadena televisiva “resistente” fue creada (el canal 8), pero sabiendo que el Estado no les acordaría un sitio en ondas hertz y que sus medios económicos eran magros, esta cadena decidió de transmitir por el cable, manteniéndose así independiente de la publicidad del Estado que alimentaba indirectamente las tesorerías de los canales corrompidos. Por cierto, fue justamente en este medio de comunicación donde se produjo la primera publicación de los videos del asesor siendo transmitida en simultáneo por internet (peru.com) mostrando que el progreso de la tecnología fue también un ente de ayuda para la aceleración de la caída de Fujimori.

Con la fuga de este al Japón, cambios espectaculares se operaron en la política interna del Perú, y luego de restablecer el Estado de Derecho, se procedió a la eliminación de la subordinación que se tenía para con la prensa, devolviendo el derecho de estar informado y de informar a los ciudadanos en acuerdo con las disposiciones de la Declaración de los Derechos Humanos. Por último, cabe recalcar que esta generalización de la libertad de información provocó, por sus revelaciones, reacciones por parte de la población, y dio nuevas herramientas informativas para que los electores conozcan a sus candidatos, creando así una opinión pública más informada que antes. Pero si la situación ha progresado, debe mejorar aún para llegar a índices de real independencia informativa. Por ello, en un estudio sobre la libertad de la prensa realizado por Reporteros sin fronteras en 2004, se muestra el vergonzoso puesto alcanzado por los reporteros peruanos: 123avos sobre 167; justo delante de Haití (el país más precario de América) en el puesto 125, por su parte Chile es 42avo, mientras que Francia alcanza el decimonoveno lugar y los estadounidenses llegan al puesto 22.

 

2) El nacimiento de una generación de inspiración democrática y lo que sucede hoy con el resto de la población:

 

Poco antes de la fuga del ex Presidente Fujimori, hay que constatar que en los diez años en los que ocupó el poder, una nueva generación de peruanos tuvo tiempo de llegar a la mayoría de edad, por ello estos nuevos ciudadanos eran una clave para el éxito de la caída del régimen. Si bien es cierto que no todos los jóvenes peruanos tenían (y aún es el caso hoy) la posibilidad de acceder a los medios modernos como el cable, el internet... Algunos que si podían permitírselo supieron comparar y repudiar a su debido momento un sistema que no se podía asimilar a la democracia. En primer lugar, comparando la información interna del Perú con la información externa sobre el Perú, se podía ver un bosquejo de lo que representaba este sistema autoritario para los peruanos y de cómo la información era manipulada. El aislamiento de la información independiente tuvo entonces un límite que fue el avance tecnológico al cual pocos pueden oponerse (por más autoritarios que sean), y que generó por consiguiente un leve crecimiento de los opositores al régimen.

Por otro lado, las empresas privadas que anduvieron satisfechas por la actitud de Fujimori en el plano de la economía, se vieron unos años después, resueltas a pedir (indirectamente) al gobierno reformas de “segunda generación” que consistían básicamente en la transparencia de las decisiones públicas y jurídicas. De esta manera, los privados querían independizar la economía de la coyuntura política peruana para volverla más competitiva y con menos riesgos a nivel internacional, favoreciendo así la venida de inversiones extranjeras.

Actualmente, el Perú es un país en serias vías de desarrollo social y económico (+5%), pero al igual que con la libertad de prensa, el país tiene que hacer progresos para abolir la corrupción que corroe lentamente la frágil democracia, en este sentido la ONG Transparency International revela que el Perú obtuvo en 2004 una nota de 3.5 sobre 10 puntos, señalando que queda mucho trabajo para aprobar el examen. Finalmente, es cierto que la última generación está más hermanada con la democracia, pero según encuestas recientes 35% de la población ignora lo que significa esta palabra. Y esto porque la educación es todavía muy precaria y la pobreza latente (47% de los peruanos son pobres de los cuales 20% en estado de indigencia) cediendo así el paso a sentimientos revolucionarios recientes, llamados “etnocaceristas[3]” que preconizan el ultra nacionalismo y que piden el regreso de un gobierno imponente como solución a todos los males.

 

Conclusión:

 

El autoritarismo y la dictadura en el Perú fueron modos de vida y de gobierno aceptados durante generaciones por la población. Es sólo desde hace algunos años que el peruano ha podido gozar de la democracia, confundiéndola con la causa de los males del país y sintiéndose entonces más protegido con un régimen autoritario. Este, es fruto de la pobreza y de la falta de educación que reina aún en las zonas alejadas de la capital. La solución a este problema no es otra que la descentralización del país y la aplicación de una política social  inclusiva y sostenible para con los más pobres, poniendo de lado el populismo y la demagogia tan odiada por las clases desfavorecidas. Sin embargo, hoy en el 2011 a puertas de nuevas elecciones presidenciales, ninguna persona fiel a la humanidad, a los intereses republicanos y con capacidad de entendimiento ético debe apoyar la candidatura de los Fujimori. Esto seria sinonimo de nuestro retrazo a nivel cultural y humano, etiquetandonos a nostros mismos como una nacion que sin entender las lecciones del pasado vuelve a repetir los errores en el presente.

 


[1] Alianza Para la Revolución Americana fundada por Víctor Raúl Haya de la Torre

[2] Según el informe final de la Comisión de la Verdad que comenzó a investigar en el 2001 los estragos del terrorismo

[3] Nombre inspirado del Oficial militar de reconocida trayectoria: Andres A. Caceres quien luchó en la guerra de 1875 contra Chile convirtiéndose en un héroe nacional por su valentía y nacionalismo

2 comentarios

Aldrin sanchez -

ESPERO QUE NUNCA MAS SE REPITA LA DICTADURA EN MI PERU

José -

Gran resúmen y análisis. Es bueno recordar estos acontecimientos porque los peruanos carecemos de memoria y todo pasado es borrado por montañas de lodo.