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Realidad y derechos humanos

Las paradojas de una supuesta revolución social

Las paradojas de una supuesta revolución social
Pretender que a imagen de la revolución liberal del siglo XVIII y XIX, existe o existió una revolución social a partir de la cual aparecen los derechos sociales, parece ser una tarea ardua, complicada y riesgosa. Por un lado, pocos son los elementos objetivos que determinan de forma clara que la noción de “revolución” se entiende desde un sentido que sería absoluto, lo que induce a confundir a la revolución con la evolución de los paradigmas y de las ciencias, entre ellas la ciencia jurídica. Por otro lado, si revolución hay, ello significa que existe una manifestación del cambio total de lógicas del estatus quo, lo cual interroga el fundamento de los derechos sociales en el sistema iusfilosófico contemporáneo.

Sin embargo, es necesario rendirnos a la evidencia: no hay certeza que los derechos sociales se funden solo en una doctrina “social” desligada del liberalismo. O para decirlo de una forma que asiente la paradoja: los derechos sociales sirven más a mantener el estatus quo del liberalismo que a garantizar un cambio integral de paradigma desde el socialismo. Es lo contrario lo que se produce, puesto que los fundamentos contemporáneos de los derechos sociales en Europa y en Latinoamérica responden mucho a las doctrinas del "socialismo liberal" o del "solidarismo", lo cual significa (si se estudian bien esas dos doctrinas) que el liberalismo conservaría un lugar preponderante como esencia motriz de la acción del Estado, sobre todo en materia política, al mismo tiempo que dicho liberalismo busca auto-atenuarse en la esfera económica con el fin de permitir la inclusión en el marco jurídico de ciertos derechos sociales. Ello no con miras a dar cabida o tribuna al socialismo o a las ideas sociales, sino más bien con miras a resolver los problemas que el ultra-liberalismo económico violento generó y no supo resolver en la era industrial a mitad del siglo XIX. Por ello antes de perder toda legitimidad y popularidad, el paradigma liberal se ve en la obligación de auto-atenuarse para renovar su carga revolucionaria aceptando insertar en su marco legal algunas soluciones socialistas para resolver (parcialmente) los problemas del pauperismo y de la pobreza. Véanse en ese sentido los trabajos de Leon Bourgeois en Francia sobre la doctrina del solidarismo, y los discursos de José Matias Manzanilla en Perú quien es pionero de las leyes sociales en Latinoamérica.


Así las cosas, en la casi totalidad de Estados del mundo occidental y occidentalizado, las transformaciones que traen consigo a los derechos sociales estarían lejos de constituir una revolución social pero paradójicamente podrían ser el fruto de una renovación y de un nuevo dinamismo reformador del paradigma liberal.


Este es un resumen del artículo publicado en idioma francés en la Revista de Derechos Humanos n°5/2014 (Revue des droits de l’Homme)

2 comentarios

JuanMauel Olarte -

Estimado autor,
Son elementos poco estudiados y de gran actualidad, sobre todo cuendo se tiene en cuenta el movimiento social socialista que ocurre ahora mismo en las instituciones de muchos Estados latinoamericanos. Doctrinalmente eso interroga los conceptos y ociones: qué es realmente el socialismo, qué es realmente la izquierda?
Saludos cordiales

Jorge, México DF -

Los dos «ideales-tipo» de revolución sobre los que Hannah Arendt centra su atención en el estudio de las revoluciones democráticas modernas son las revoluciones francesa y americana. La revolución francesa fracasó, según Arendt, mientras que la americana es el modelo ideal de lo que puede denominarse una revolución de la libertad. El fracaso de la revolución francesa, así como posteriormente el de la rusa y las que se inspiraron en éstas, estuvo determinado por el hecho de ser revoluciones sociales y no revoluciones políticas; eran revoluciones condicionadas por la necesidad y el sufrimiento y no por la libertad; los motivos que impulsaron a los revolucionarios franceses fueron la superación de la pobreza y la miseria de las masas populares y no la creación de un espacio público para el ejercicio de la libertad; las pasiones que los movieron fueron la compasión y la piedad y no el deseo de constituir un poder público