Terroristas peruanos se aprovechan del "olvido" para cautivar a jovenes
Pocos días después de iniciado el 2012 un indignante sondeo realizado en Lima por un grupo de periodistas peruanos dio a conocer que muy pocos jóvenes peruanos tenían conocimiento sobre el grupo terrorista “sendero luminoso” y sobre las acciones que este movimiento perpetro.
No está de mas decir que esta realidad puesta a la luz por un grupo de periodistas es solo la muestra de una realidad social que se debe de estudiar con más rigor académico y/o científico para saber el grado de desinformación de la juventud en esta materia y para proponer soluciones adecuadas (y no solo paliativos al problema). Esa falta de memoria de los jovenes es el caldo de cultivo para permitir el desarrollo cuantitativo de un grupo de militantes terroristas bautizado MOVADEF.
La “memoria” de los niños de la época del terrorismo
Siendo joven, nacido al inicio de los años ochenta pertenezco a una generación que comprende lo que significa el terrorismo, que sabe quien representa "Abimael Guzman" o "Marta Huatay", que siente algo cuando se pronuncia a "Tarata" o a "Uchurajay" (que coinciden con un atentado en la capital y una matanza en los Andes respectivamente). Pero no solo es el hecho de haber vivido esos periodos cuando pequeño que me llevan a conocer esos hechos sino es también el deseo de informarse y de implicarse en la realidad de nuestro país que ha hecho que como joven, mi persona y la de muchos otros, puedan auto-instruirse sobre ese periodo historico. Todo ello tiene como fin la transmision de ese conocimiento mezclado con vivencias a los mas pequeños, pero también a gente en el extranjero que curiosamente està medianamente informada sobre lo que fue “sendero luminoso” y que pregunta lógicamente a un peruano lo que conceptualiza sobre sendero o lo que piensa sobre el terrorismo.
El problema siendo hoy la juventud, se que cuando niño, uno solo vive las cosas, escucha las detonaciones, ve algunas imagenes en la television. En la avenida Grau del distrito de Barranco, donde yo vivía, eran muy frecuentes las desactivaciones de explosivos (reales y falsos) puesto que era una vía por donde habían un sin número de bancos y comercios (blanco de los senderistas y emerretistas), en esos momentos las fuentes de información de un niño estan compuestas por lo que este escucha dentro de su entorno (televisión, conversaciones de adultos) y por las respuestas que surgen frente a las preguntas que formula a sus padres. Luego mientras el niño va creciendo va registrando los conceptos que siempre se repiten “presidente Gonzalo”, “coche bomba”, “terruco”, "toque de queda".
Es así como se va construyendo lo que muchos llaman “la memoria” de esa época. A esto se añaden evidentemente, conceptos que marcan no tanto por la repetición sino sobre todo por el miedo, allí es donde llega a registrase en la mente los hechos de la calle Tarata, como olvidar las imágenes de esa calle destrozada y de esa niña que había perdido su pierna. Allí también se registran frases como: “si sientes una detonación, tírate al piso, las manos en la cabeza y abre la boca grande (para que no te revienten los tímpanos)”, por suerte esas consignas ahora ya no sirven de nada. Empero el acervo de conocimientos sobre el terrorismo no termina en la vivencia. lego de haber vivido el miedo muchos hemos tratado de buscar las raices del problema, la genesis del terrorismo.
Muchos tambien hemos tratado de no ignorar nuestro pasado sino mas bien afrontarlo investigando sobre el tema, preguntando a los allegados sobre su experiencia. Mas que curiosidad o terapia personal, tengo la intima conviccion de que manejar elementos sobre el tema es una muestra de respeto por las víctimas (físicas y morales) del terrorismo. Por ello no escatimo en neuronas para pensar de que un peruano tiene el DEBER de informarse sobre esa situación.
¿Una generación inconsciente?
Recalco y señalo claramente que conocer la historia reciente sobre hechos como terrorismo o genocidio es un deber, tan importante como el de respetar a los símbolos patrios, porque los más viejos que hoy hacen que el Perú camine y que vivieron el terrorismo no quieren dejar el país en manos de una nueva generación ignorante sobre el tema y por ende vulnerable a los encantadores de serpientes (encubiertos bajo la figura jurídica de un movimiento político llamado MOVADEF compuesto por ex terroristas). Por ello, para todo aquel que vivió la violencia no es negociable la idea de dar poder a los que fueron violentos. Peor aún, es inconcebible la idea de retornar a ese periodo sangriento. Y por ende es legítimo que muchos estemos decepcionados con nuestra juventud, pero otros más que decepcionados, pienso que se sienten traicionados por jóvenes compatriotas que por su desconocimiento sirven a quien fue el enemigo más sanguinario de los peruanos en el siglo XX. Asi, aun sea cierto de que todos los jovenes no son seguidores de MOVADEF, su desconocimiento del terrorismo los convierte en debiles garantes de la paz en el Peru.
Hay que recalcar que una parte, aun no determinada, de la juventud no desea o no sabe que uno de sus deberes es el de participar en un esfuerzo nacional, llamado “memoria colectiva”. Tal vez sucede que no se sienten implicados con esos temas a pesar de que con herramientas tan sofisticadas como “internet” o “youtube” se pueden consultar de forma lúdica miles de archivos de calidad histórica. Sin embargo, si este trabajo tan facil no es hecho de forma autonoma, no podemos sino interpretar que a muy pocos les interesa preservar la memoria colectiva de la Nacion.
Nos hemos olvidado demasiado del terrorismo
Basta por un momento de azotar tanto a los jóvenes desinformados porque si ellos son culpables, nosotros más viejos lo somos más aun por no haberlos sensibilizado, por no haberles explicado. Entiendo que esos periodos de terrorismo sean oscuros, penosos, dolorosos, comprendo de que los viejos quieren olvidar, no desean dar lastima, mucho menos quieren teatralizar, no obstante es sumamente relevante para el país que cada padre en su casa hable del tema. Es importante también que los medios de comunicación tengan un rol social otro que el de vender diversión y un mundo de estrellas, sino que además (al menos de vez en cuando) se debe de instruir, hablar mucho del tema. Y la excusa es siempre la misma: el tema del terrorismo no vende, la gente cambia de canal cuando escucha llorar a las víctimas, la realidad del país es tan gris que la gente prefiere ver una novela o un programa basura en lugar de escuchar la verdad. El resultado es que los hijos repiten lo mismo y nunca escuchan hablar de “sendero luminoso” ni del “MRTA”.
Y frente a esas familias de irresponsables ¿Dónde ha estado el Estado, con su servicio público de “educación nacional” debería instruir a los niños en esta materia? La respuesta es que el Estado ha hecho lo mínimo, es decir incluir el periodo terrorista dentro de los programas escolares. Lo ha hecho mecánicamente como cuando se incluye el “oncenio de Leguía”. De lo que se olvidan los tecnócratas es que el oncenio de Leguía o el periodo de gobierno de Belaunde no son periodos tan delicados y determinantes para la memoria colectiva como lo es el capitulo del terrorismo en el Perú.
Sin ánimos de compararnos a otras realidades, pero solamente como ilustración de las pistas que podemos seguir veamos lo que se hace en Europa frente a lo que fue el periodo de Segunda Guerra Mundial. En primer lugar hay un día especial y feriado que es el 8 de mayo donde no solo se llevan a cabo actos conmemorativos sino que también existe todo un aparato de comunicación para hacer recordar la atrocidad de la guerra e indirectamente enviar un mensaje de paz a los ciudadanos y a los jóvenes. En segundo lugar, en los colegios, este periodo figura en los programas escolares y se estudia pero con la particularidad de que no solo se estudia con fuentes escritas sino que se añaden películas que los alumnos pueden ver en la clase, y sobre todo, que se invita a gente que vivió la guerra para que hablen de ella (gente que resistió activamente a los nazis, gente que fue a los campos de concentración, gente que solo vivió la guerra, eso poco importa, lo que importa es el testimonio). De la gente que va a hablar, nadie es pagado, son todos benévolos, miembros de una asociación de ex combatientes, o personas de la tercera edad, simples jubilados.
La pregunta es ¿Porqué no hemos hechos eso en el Perú? Sabiendo que hay mucha gente en todos los rincones del país que puede dar testimonio del terrorismo. Eso no significa que las personas deban de explicar lo que fue sendero como lo haria un historiador. Todo lo contrario, la teoria por aburrida para el joven no es necesaria aqui, lo importante es explicar a los niños lo que para cada uno fue sendero, como una persona lo vivió desde su apartamento de Lima o desde su chacra en Huanta, eso es lo fundamental de este tipo de acciones participativas. Tal vez muchos malinterpreten esto y digan que se trata de abrir heridas y de dar pena, pero no es eso, de lo que se trata es de asumir el cargo de decir la verdad sin ocultarla para evitar que los errores del pasado sean los errores del futuro.
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glberto diaz -