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¿Cómo construir una efectiva democracia en el Perú?

¿Cómo construir una efectiva democracia en el Perú?

Conferencia presentada por Carlos Gonzalez-Palacios el 02/12/13 en la Casa de America Latina (Maison de l’Amérique latine) -Paris

El titulo de esta nota parte de un supuesto negativo: la democracia en el Perú parece existir pero no es efectiva, es decir que no logra el efecto deseado que es el poder del pueblo para el pueblo y por el pueblo retomando la célebre formula de Abraham Lincoln. En efecto, el Perú ha hecho magníficos esfuerzos para instaurar un régimen democrático después del paréntesis autoritario del fujimorismo. No obstante, a pesar de una consolidación netamente institucional de los principios democráticos (garantía del voto libre, garantía de libertades para los partidos políticos, sumas garantías de libertad de expresión para los líderes políticos, etc.) parece no existir un contexto democrático que demuestre que el poder viene desde el pueblo, es decir desde abajo, esta carencia de condiciones hace que la democracia exista normativamente pero que sea fácticamente inefectiva.

 

Por tal motivo, mas allá de una definición básica, observemos primero cuales son las condiciones que definen a la democracia (1), y luego veamos cómo se irrespetan estas condiciones en el Perú (2), observaremos finalmente que no es solo el Estado quien tiene responsabilidad en la supuesta inefectividad de la democracia (3).

 

1)      Las condiciones que definen a la democracia

La democracia se define comúnmente en derecho a través de la formula de Abraham Lincoln: « El gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo” lo cual implica que el pueblo es soberano por cuanto es él quien decide en beneficio del interés general. Las teorías de la soberanía (véase a Rousseau, Montesquieu, Sieyès) atribuyen el poder total del Estado, no a un grupo de personas, sino más bien al colectivo que en el caso de los sistemas republicanos como el Perú significa que la Constitución política va a determinar que el poder radica en el pueblo, pero que la ejecución de este poder se efectuará cotidianamente a través de sus representantes (es decir parlamentarios, concejales municipales, alcaldes, presidentes, etc.).

Sin embargo, siendo más exigentes en esta definición básica sobre la democracia y sobre su fuente de poder radicada en el pueblo, es necesario observar que los politólogos y juristas (véase Carcasonne, Duhamel) resaltan una serie de parámetros que deben respetarse en un sistema político para que el principio de democracia sea real. En ese sentido, se ponen de relieve tres condiciones fundamentales:

  • El régimen debe permitir la participación del pueblo (directamente o a través de sus representantes);
  •  Debe de existir un pluralismo político, lo cual implica un multipartidismo pero también la estructuración de una sociedad que permita la existencia de una pluralidad de opiniones y de intereses (diversidad de asociaciones; diversidad en la prensa; diversidad de grupos de interés –pro empresarios, pro pobres, pro mujeres, pro ecología… -);
  •  Por último, es necesaria una alternancia en el poder, lo que implica que el poder no puede ser acaparado continuamente por una persona o un grupo de personas. Ello obliga a la organización de elecciones periódicas, pero sobre todo (lo cual es más complicado porque invisible y subjetivo) a la renovación de las elites en el poder.

Todo ello tiene como piedra angular al principio jurídico del Estado de derecho que no es más que la sumisión de gobernantes y gobernados a la norma jurídica, es decir a la Constitución quien prevé que el régimen de un Estado se calque en este marco. Es decir que todos (y no solo las autoridades) estamos en la obligación de contribuir a que estos principios se apliquen en beneficio de la efectividad de la democracia y por ende en beneficio del pueblo.

 

2)      ¿En el Perú se respetan todas las condiciones de la democracia?

La Constitución política peruana nos dice que “los ciudadanos tienen derecho a participar en los asuntos públicos” directamente o través de sus representantes (art.31), nos dice también que se permiten las organizaciones políticas conforme a la voluntad popular (art.35) y que los congresistas y el presidente son electos por cinco años (art. 90 y 112) es decir que se deben organizar elecciones cada cinco años.

Todos estos elementos normativos determinan que el régimen constitucional peruano es respetuoso de las condiciones básicas que definen la democracia. Sin embargo, el respeto institucional de esas condiciones básicas no brinda la seguridad necesaria para que la democracia sea efectiva, es decir para que se lleve a cabo en acorde al ideal de gobierno desde el pueblo. Por tal motivo, el respeto de las condiciones (de participación, pluralismo y alternancia) debe de re-contextualizarse y no aplicarse solo al Estado sino también a la sociedad política con el fin de que el sistema político del Perú se asemeje más a un sistema desde el pueblo (es decir, un sistema en acorde con los intereses que fluyen desde abajo).

En ese sentido se puede afirmar que si el régimen político del Perú (conocido como “la Institución”) es claramente democrático por cuanto se cuenta con las normas para realizar la democracia, el sistema político (conocido como “sociedad política”) se caracteriza por un contexto de imperfecciones muy importantes socaban la plena aplicación de las condiciones que fundan la democracia. Ello impide que la democracia sea efectiva (y por ende real) en el Perú.

En el contexto político y social peruano cada condición de la democracia es ser socavada de la siguiente forma:

  •  La participación del pueblo, se vuelve inefectiva cuando se desinteresa a los ciudadanos de los asuntos políticos. Este desinterés en lo político se puede fabricar haciendo que otro asunto ocupe un lugar más importante que lo político en la agenda del ciudadano. Por ejemplo, cuando el ciudadano tiene necesidades básicas muy importantes que no puede asumir, va a concentrarse en poderlas cubrir, frente a lo cual su interés por lo político pasará a un segundo plano; Otro ejemplo sucede cuando el entretenimiento ocupa una plaza preponderante en la atención del ciudadano desconcentrándolo de los asuntos de su “Cité”.
  • El pluralismo político, se vuelve inefectivo si todos o casi todos los órganos dentro de un mismo cuerpo, actúan unísonamente u obedecen al interés de un solo grupo de personas. El ejemplo más emblemático consistiría en la prohibición de toda tendencia política que no sea afín a una ideología política en particular, otro ejemplo lo constituiría la obligación de adherir a un sindicato único, o de publicar en la única editorial del país. Todo ello equivaldría a una peligrosa concentración de poderes que bien pueden recaer en manos de autoridades políticas, pero que también puede concentrase entre las manos de grupos de poder oligárquicos alejados de los intereses del pueblo;
  •  La alternancia en el poder, es vuelve inefectiva si a pesar de la puesta en marcha de elecciones periódicas y justas, solo se impone el cambio de las personalidades emblemáticas que representan al Estado (es decir que solo cambia el nombre del Presidente, ministros y congresistas) pero no de los grupos técnicos que detrás del telón son quienes perfeccionan, ejecutan (y a veces idean enteramente) las políticas públicas del Estado.


 

3)      Breve análisis de la ineficacia de las condiciones de la democracia en el Perú:

 

    A- El espejismo de alternancia en el poder

Es evidente que la alternancia en el poder se lleva a cabo con mandatos políticos limitados en el tiempo y que está sujeta a la decisión del pueblo. Sin embargo los efectos del cambio político son menguados si el cambio de presidente o de gabinete no se acompaña de una renovación de los técnicos y cuadros que aconsejan e idean las soluciones dentro del aparato estatal.

Esto no quiere decir que en cada cambio de gobierno se deba despedir a todo profesional público, pero que pueda renovar a una cierta cantidad de ellos, en todo caso en ciertos puestos estratégicos. De tal manera que la democracia no constituya solo una fachada para satisfacer al pueblo, que esconde en realidad a un poder técnico es decir a una tecnocracia muy poderosa por cuanto es casi inamovible a pesar de los cambios políticos.

El dilema peruano radica sin embargo en el hecho que la sociedad no dispone de una cuantía suficientemente amplia de cuadros para renovarlos, a pesar de que existe una creciente apertura a la formación de las generaciones contemporáneas. No obstante lo peor dentro de este dilema es que aun cuando exista un pequeño batallón de cuadros para renovar a los anteriores, en el Perú es muy poco probable que dentro de este batallón se encuentre a personas formadas con parámetros distintos, es decir con contenidos lectivos y metodologías alternativas a los paradigmas dominantes. Esta carencia tiene por consecuencia que sea muy complicado de poder llevar a cabo estrategias de cambio operativo que reflejen los cambios políticos.

Dicho de otra forma, esto quiere decir que los cuadros de los cuales dispone el Perú, están casi todos formados del mismo modo, con los mismos parámetros y por ende, al momento de ejecutar la labor de su especialidad, es muy probable que casi todos actúen y respondan de la misma forma frente a un mismo problema. Ello porque en los centros de estudio se privilegian  materias que son o parecen más “rentables” para el futuro profesional. En ese sentido, las facultades de economía forman a la economía de mercado, pero ninguna especialización en “economía social de mercado” existe en el Perú; las facultades de derecho forman al positivismo jurídico pero ninguna brinda una especialización en “teoría crítica del derecho”; muchas brindan diplomas sobre derecho comercial y fiscal pero ninguna se especializa o emite diplomas sobre “derechos sociales” que son los derechos de los pobres.

 

B –La necesidad de pluralismo político frente al monopólico interés individual de un grupo  

Multiplicar el número de organizaciones políticas no es en realidad importante para representar el pluralismo jurídico ya que pueden existir muchos partidos en los cuales el pueblo no se sienta identificado. Lo importante es en realidad que la diversidad de las necesidades y pedidos del pueblo se vea reflejada en la pluralidad de tendencias políticas presentes en el juego político. Este es un aspecto sumamente importante para el desarrollo de la democracia pero no es el único. Del mismo modo que los partidos son organizaciones sociales dentro del campo político y que se requiere de pluralidad para reflejar la diversidad propia de una sociedad libre, en todas las esferas de la sociedad también se requiere de dicha pluralidad. Más aun en ellas que vehiculan, influencian o crean la opinión pública. Por ejemplo las editoriales, la prensa y los medios de comunicación en general.

Por supuesto, no se trata aquí de que el Estado (quien ya posee suficientes poderes entre sus manos) se fuerce a crear dicha pluralidad fundando periódicos o casas editoriales de todas las tendencias políticas posibles e imaginables del pueblo. De lo que se trata es más bien dejar la libertad al pueblo para que la iniciativa privada sea quien cristalice sus proyectos de comunicación e influencie a su manera la opinión pública. Algunos de esos proyectos se especializaran en política, otros en cultura, otros en deporte, etc. Y cada uno, como es normal, tendrá tendencia a atraer más público hacia su centro de interés, lo cual equivale a interesar al pueblo en su campo de especialidad. No obstante el Estado sí tiene una responsabilidad que consiste en garantizar al pueblo que esta pluralidad pueda siempre llevarse a cabo y que ninguna persona o grupo de personas se atribuyan un poder excesivo ocupando totalmente o de forma manifiestamente desproporcionada el poder de comunicar, que es el poder de influenciar y crear el espíritu político del pueblo.

La democracia requiere entonces de múltiples representantes de la opinión pública que reflejen la diversidad del pueblo. Al observar la situación del Perú en este sentido, se denota que la problemática de la diversidad parece ser mucho peor de la que existe en muchos países de Latinoamérica, ya que no solo los medios de comunicación peruanos tienen una línea editorial similar (es decir de una tendencia política globalmente parecida), sino que además se ha creado desde el 2013 un conglomerado empresarial “Epensa-El Comercio” a tendencia monopólica que concentra muchos medios de comunicación en manos de un grupo de accionistas (básicamente dos familias) quienes poseen amplio poder de llegada para influenciar políticamente al pueblo.  

Ello es una representación clara de la poca participación de algunos sectores de la sociedad en la salud de la democracia, puesto que el pluralismo que es una de las condiciones de la democracia y que debería estar presente en la política y en los campos estratégicos que la vehiculan no se lleva a cabo a nivel de la prensa. El motivo de ello consiste en que el Estado ha creado mecanismos de libertad de empresa sumamente amplios, justamente para permitir la pluralidad en la prensa en beneficio de la colectividad (que es el pueblo), pero que por cuenta de una interpretación abusiva de esta libertad se llega a un punto a partir del cual ya no es el colectivo quien se ve beneficiado sino los intereses particulares de algunos. Es decir el interés de dos familias, con todo lo que ello conlleva. Esta situación poco anodina es motivo de preocupación para todos los peruanos atentos a la existencia de libertades públicas (que son las libertades que benefician a todos y no las que benefician a algunos). Así, el comisionado de Derechos Humanos de la ONU y profesor de la Universidad Nacional de Costa Rica, Victor Rodriguez Rescia, recalcó en su visita al Perú que esta situación de concentración de la prensa le preocupaba significativamente.

Claro está que sin una prensa plural, no existe un medio que vehicule muchas de las voces, tal vez mayoritarias, que existen al interior del pueblo. En otras palabras, para retomar al filosofo alemán Hinkelammert: la libertad de prensa (que es la libertad de algunos) se estaría tragando a la libertad de expresión (que es la libertad de todos).

 

C –La inclusion social como base para la participación del pueblo en los asuntos politicos

No se trata aquí que el pueblo sea quien escriba y vote todos los días las leyes, para eso están los representantes de la nación, que son quienes poseen por delegación del pueblo, esta facultad. Cuando aquí se evoca la participación del pueblo  más bien se trata de la implicación de los ciudadanos en los asuntos que la conciernen (que se conoce en teoría política como los asuntos de la “cité”).  

Para que el pueblo participe realmente necesitan a individuos libres y disponibles. No libres por no estar presos y disponibles por tener tiempo. Sino más bien libres por su capacidad a decidir sin impedimento, y disponibles para entender lo que las decisiones políticas implican. En ese sentido, el gran enemigo de la participación del pueblo es la pobreza. A partir de ese punto, todas las declaraciones que emanan desde el derecho son inefectivas si no están acompañadas  de mecanismos necesarios para que la población pueda entender y ejercer su participación. Por ejemplo, ¿qué tipo de participación puede esperarse de una persona que debe subsistir diariamente al hambre, o que lucha por vencer a una enfermedad crónica sin seguro médico, o que por no tener instrucción básica no puede leer las propuestas de campaña de los candidatos?

Presentados como un gasto inútil y asistencialista, los mecanismos de inclusión social, no serian entonces más que el deber del Estado para reforzar la participación del pueblo que la vida política y crear mejores ciudadanos actores activos de su sistema político. La acción del Estado en este campo se compara a la obligación que tiene este de financiar con los recursos públicos el material electoral y las instituciones encargadas de las elecciones. Del mismo modo que se garantiza con este gasto un derecho a poder emitir el voto, el Estado estaría en la obligación de invertir para brindar a los ciudadanos las condiciones para entender las implicaciones y consecuencias de su voto. Ello no haría más que mejorar la calidad del sufragio (cuestión que es un leitmotiv al momento de escuchar quejas sobre la capacidad de las autoridades electas).  

Los mecanismos que podrían mejorar la participación del pueblo no son otros que sociales, la educación gratuita y de calidad, pero también un mecanismo holístico de bienestar social que permita que cada persona pueda tener las capacidades y disponibilidad adueñarse a su ritmo de su propia ciudadanía a través de la participación (política, asociativa, intelectual, etc.). Un modelo de este tipo acercaría al Perú de un sistema de democracia asociada a la educación que es lo que el teórico y político francés Proudhon llamaba la “demopedia”, es decir un sistema de participación popular ilustrada que impida el desarrollo de las corrientes y lideres demagogos y populistas.