Una realidad sobre la discriminación política en Latinoamérica: ¿Qué significa ser de izquierda en Costa Rica?
Hablar de socialista hoy en día no está muy "de moda"; es más, a cualquiera que se precie de defenderlo, puede verse confrontado a comparaciones con dictadores stalinanos o maoístas y hasta se le puede deslegitimar con mucha facilidad desde lo alto de la torre del paradigma dominante tildándolo anacrónico, utópico y hasta de subversivo. Según politico español Marcelo Colussi, quizá, jugando con los versos de Rafael de León, podría decírsele: ¿Socialismo? "¡Pamplinas! ¡Figuraciones que se inventan los chavales! Después la vida se impone: tanto tienes, tanto vales".
En generaciones anteriores allá por el siglo XIX, todos tenían bien claro lo que significaba pertenecer al genero de lo común y del comunismo bolchevique o de las Repúblicas Populares, sin embargo hoy, en el 2008 el Mundo parece haber cambiado y las teorías dominantes se han reducido a una sola que todos estamos obligados a seguir con el riesgo de ser considerados como marginales.
Es cierto que nadie desea que regrese al Muro de Berlín, caballo de Troya de los capitalistas para mostrar la barbarie de la que fue capaz la URSS, pero acaso alguien puede negar o sublevarse contra los muros Israelíes, el que separa EEUU y México o también el que divide los enclaves españoles de Ceuta y Melilla de África.
Del mismo modo las verdades que inaugura el Manifiesto Comunista en 1848 parecen ser válidas aún en el siglo XXI; y sin duda, en tanto verdades universales, lo serán por siempre dado que develan estructuras de la naturaleza social misma:
- la explotación a partir de la apropiación del trabajo ajeno
- la lucha de clases como motor de la historia, la violencia en tanto "partera de la historia" –
- las revoluciones sociales como momento de superación de fases de desarrollo que signan el devenir humano.
Pero, como dice demasiado rápido el Bloque individualista estadounidense, la izquierda murió, y se demostró el descrédito del sistema común, glorificando aún más a los progresos individuales, hasta se llegó a determinar el fin de la Historia: siendo tan grande el golpe que, por algún momento, la prédica triunfal pareció ser verdadera: el comunismo no era posible. Y todos en el Mundo entero llegamos a creerlo.
Pero entonces si esto sucedió en el Mundo, ¿qué pudo suceder el Costa Rica? Estado interesante para el análisis, ya que por un lado está invadido hasta la médula por teorías, publicidades y modelos de vida “yankees”, y por otra parte, es el único país latinoamericano que ha resistido al desmantelamiento del sistema social y de la responsabilidad del Estado manteniendo durante decenios un sistema respetuoso del Estado de Derecho.
Francisco Gamboa costarricense, antiguo miembro del Partido Vanguardia Popular cuenta: “fui para visitar a un compañero del Partido que cumplía una condena de seis meses por el delito de tener en su casa unas publicaciones obviamente comunistas. Aunque muchos no lo quieran creer, en nuestra Suiza Centroamericana ocurrían esas cosas en aquellos tiempos en que ser acusado de comunista no era muy distinto de lo que es ahora ser acusado de terrorista. A este copartidario le registraron la casa, como le ocurría con frecuencia a otros miembros del partido, y le encontraron un montón de ejemplares de esa cosa formidable que se llamaba “Revista Internacional”, publicación colectiva de los partidos comunistas y obreros del mundo”
Pero, a diferencia de Colombia o de Perú en donde el encierro por ser muy de izquierda es considerado como "traición a la patria" y los presos se aglutinan en condiciones infra humanas, en este caso costarricense, parecía ser que el reo “era feliz (…)y que tenía muchas licencias y privilegios” según Gamboa.
Pero hoy que ya la izquierda no parece representar un peligro en Costa Rica para el ciudadano correcto que paga sus impuestos y que está a favor de todo lo que “papa” gobierno dice, el hecho de reivindicarse socialista en una manifestación o de tener un libro antiimperialista en la biblioteca de la Universidad Nacional, no es delito. Solo que hoy más que asustar, ser comunista fastidia o incomoda.
Ahora bien, quería saber lo que pensaban los chavalos comunistas de Costa Rica, ¿se esconden realmente? ¿Tienen vergüenza? ¿Hijos de quien son y porque son comunistas? ¿Es cierto que creen en el regreso de Satanás? ¿Como perciben ellos al resto de sus compatriotas?
A diferencia de mi experiencia de seis años en Francia donde las izquierdas no están prohibidas y pude ver más de cerca los procesos políticos desde muchas perspectivas, en Costa Rica un año ha pasado desde que puse el primer pie aquí y me he dado cuenta que el Templo Repretel y el Santo Grupo La Nación, no me han hablado más que de sucesos y de porque el Tratado de Libre Comercio con EEUU es bueno desde una perspectiva derechista. Entonces, como saber donde están los comunistas, ¿dónde se esconden? Fui hace algunos meses a una reunión del Partido Acción Ciudadana en el segundo piso de la Oficina de Correos de Heredia, pero creo que allá tampoco no podré hablar de eso, ya que por más que existan algunos antiguos “vanguardistas” quizás no lo confiesen por ser una carga más que una gloria.
Tanta vicisitud me obligó entonces a salir a la calle para buscar a esta especie tan rara, más rara aún que los homosexuales en Latinoamérica que parecen no haber (excepto en ciertos bares) ya que aquí somos bien machos.
Mi Primera y última escala fue en las afueras de la Asamblea legislativa donde ya había ido en ocasiones anteriores y había visto a esos raros ejerciendo derechos y libertades que muchos jamás han ejercido. Desgraciadamente no obtuve muchas respuestas en un comienzo y quizás pienso que fue por el hecho de parecer más a un agente de seguridad por mis preguntas ansiosas que por mi gentileza. Así que lo intenté más lejos, esta vez con una mujer, allí funcionó. Claudia, estudiante, defiende a su país del imperio maldito, jamás va al Mc Donals y nunca ha comprado el diario oficialista La Nación, aunque ya lo ha leído porque en su casa a veces lo compran el fin de semana. No cree en dios, pero tampoco es anarquista, su problema más grave en la Universidad o con la familia está en sus creencias religiosas y en su pensamiento político. “A veces me siento sola, diferente (…) para algunos soy una vergüenza y creen que cambiaré cuando tenga treinta y tenga hijos…”
En la calle no siente desprecio de la gente y se siente apegada al adulto mayor y a los indígenas que le gustaría conocer más. Pero ante mi pregunta: "¿es difícil ser comunista en este país? La respuesta es interesante: “No es difícil serlo sino más bien parecerlo, si ud. no parece, no dice nada, no pasa nada”.
Es entonces que yo me pregunto (aunque no se lo pregunté): ¿Es entonces como ser homosexual, o discapacitado?. Es un fenómeno de marginación contra una minoría y es muy probable que en la empresa costarrisence Dos Pinos o en la televisora Teletica no consiga un empleo si se aventura a ejercer su libertad de expresión política…
Más allá, una dama de edad cabello blanco, muy interesante, tanto es así que ni su nombre marqué para este escrito de tanto que me contó sobre las épocas del Partido Vanguardia donde militó a escondidas. Según plantea hoy es más fácil porque uno es más libre de leer o escribir diciendo soy comunista. Pero “el problema es que si uno dice eso nadie lo escucha a uno y hasta o tildan de loco”. Esto asemejándose a una pena de muerte social, me digo que más que dañar por la indiferencia a una persona, la sociedad, al mismo estilo del despotismo ilustrado europeo, se pierde de un aporte desde un ángulo distinto.
No me cabe entonces duda que la discriminación existe, solo que de una manera tan sutil y por tanta gente que no parece discriminación, sino que parece la norma. Sin embargo me queda una duda: si no nos gusta "comunista o socialista", ¿es mejor decirse "de izquierda", “Bolivariano” o "revolucionario"? Quizás sea más elegante en esta sociedad llamarse centrista, ecologista o más correcto aún sería seguir el consejo de Su Majestad el Rey de la Madre Patria, porque como dicen por estas calles costarricenses: “Calladito, más bonito”.