La doctrina Hernando de Soto: ¿Ayuda al desarrollo de los pobres o genocidio cultural moderno?
Para nadie es un secreto que el doctor Hernando de Soto es un eminente profesional reconocido en diversas regiones del Mundo por sus ideas innovadoras y por su voluntad de hacer progresar a la humanidad a través de la economía. Diplomado, condecorado y adulado por las cúpulas del poder occidental (u occidentalizado), Hernando de Soto desempeña sus principales esfuerzos académicos y profesionales en demostrar que el capitalismo es el único sistema capaz de mejorar la calidad de vida de todas las poblaciones del Mundo.
En ese sentido su obra mayor titulada, El Misterio del Capital del año 2000, explica la dificultades que tiene el capitalismo a poder triunfar en pueblos no occidentales. Allí sostiene que no es la cultura, ni la religión o la mentalidad de los hombres, quienes impiden el triunfo del modelo, sino más bien la existencia del derecho a la propiedad claramente definido y garantizado. Así las cosas, de Soto atribuye la pobreza de los pueblos indígenas a la ausencia de políticas estatales que desarrollen el capitalismo en las zonas donde viven estas poblaciones. Frente a ese vacío se desarrolla justamente una serie de actividades no legales, destinadas a permanecer marginales por su no reconocimiento por parte del sistema legal universal: es lo que el llama « capital muerto ».
Sin embargo, la teoría presentada por de Soto se olvida de tomar en cuenta las causas profundas de la informalidad de las actividades económicas de los pueblos no occidentales o poco occidentalizados. Así, por ejemplo en el caso peruano, una de las mayores causas de que exista tanta informalidad en Lima es la recesión económica que azotó al país durante los años noventa. Esto provocado por los sacrificios que todos (niños y adultos) tuvimos que realizar para complacer a los dictatos del sistema económico neoliberal, entre los cuales se cuentan al Fondo Monetario Internacional y a los acreedores de la deuda externa. Así, apenas llegado, el gobierno de Alberto Fujimori se liberalizó brutalmente la economía, sin tomar en cuenta o preparar la economía de las familias que vivían bajo el sistema proteccionista que regía durante el primer mandato presidencial de Alan García (1985-1990). Resultado: decenas de miles de empleados públicos despedidos, un consumo interno regresivo y una producción agrícola e industrial colapsadas por la falta de consumo.
¿Qué deseaba usted que hiciera el ex empleado público sin trabajo en Lima, el productor agrícola sin ayuda y sin venta, o el emigrante andino que huía la pobreza y el terrorismo? Si el Estado capitalista estaba en la incapacidad de proponerle un empleo o de facilitarle un marco legal para formar su empresa, la única solución para comer era optar por la informalidad. Es decir vender golosinas en la calle, hacer trabajos misceláneos, improvisarse como taxista, transformarse en artesano, etc. Todo esto evidentemente sin declarar nada al fisco, sin emitir la mínima factura, permitiendo así una ganancia más grande de la que se tendría si se declaraba algo, ya que en ese caso se tendría que pagar un impuesto.
Pero en lo que concierne a los pueblos indígenas es distinto. En efecto, éstos no participaron al proceso económico capitalista del Perú y por ende tampoco sufrieron los estragos fuertes del cambio político-económico de los años noventa, de la misma forma que no fueron tan golpeados por los choques petroleros de los años setenta o que no fueron las grandes victimas del jueves negro de Wall Street en 1929. Sin embargo ahora se pretende adoctrinar a estos pueblos con lógicas que no son las suyas y se contamina así una serie de culturas olvidándose de su cosmovisión y de su lógica comunitaria para imponerles la lógica del mercado, es decir la de la ganancia individual.
Es decir, que Hernando de Soto trata de explicarnos, pienso que con buenas intenciones, como se aceleran los procesos de occidentalización de la economía de los pueblos indígenas. Sin embargo a pesar de la buena fe, no se puede dejar de pensar que este camino es inaceptable desde un punto de vista histórico y de derechos humanos. Es lo que observaremos a continuación.
Aquí dejaré de lado toda discusión moral o ética, ya que como repito, parto del supuesto que de Soto lo hace creyendo que defiende una teoría éticamente correcta. Por ello no voy a gastar tiempo, como el ex presidente estadounidense George Bush, en discusiones metafísicas maniqueas sobre lo que es el bien o lo que es el mal.
I- La inobservancia del fracaso del modelo capitalista en cuanto a igualdad social y a pobreza
Hay que observar aquí que desde una óptica histórica el hecho de querer imponer a un pueblo una lógica distinta a la que se aplica tradicionalmente no es más que reproducir lo que ocurre en todo tipo de colonización. De más está recordar que fueron los mercaderes traídos desde La Península Ibérica quienes nos aprendieron el comercio salvaje a los indios de América trayendo consigo males como la avaricia o el individualismo. En el siglo XXI no podemos recaer en la misma lógica comportándonos como instrumentos de un paradigma poderoso frente a pequeños modelos que desconocemos o que conocemos precariamente. En ese sentido, invito a los lectores de este humilde artículo a que consulten el video “The Mystery of Capital among the Indigenous Peoples of the Amazon” en la página http://ild.org.pe/es
En ese documento lo irritante ya no es conocer la férrea defensa de las teorías del capitalismo que Hernando de Soto defiende sino que más bien lo escandaloso es ver como se posiciona este frente a los indígenas cuando trata de demostrares como es posible volverse capitalista y porque éste sistema es mejor que el actual. Quizás sin saberlo, o tal vez sin darse cuenta, el economista viene a enseñar de manera jerárquica y piramidal sin siquiera aprender algo de lo que estas culturas milenarias puedan aportar a sus discurso. Así, la demostración que él hace en este vídeo solo muestra actos indígenas que alimentan su teoría, pero en ningún momento se aporta algún elemento indígena que se haya encontrado durante la investigación para temperar al capitalismo, esto es simplemente imposible de creer. Sabiendo como es rica la cultura indígena amazónica parece que de Soto muestra su no comprensión sobre las leyes del mundo indígena amazónico.
En realidad hay que entender que históricamente, las doctrinas del Mercado, del mismo modo que la religión católica, se han expandido, en el Tercer Mundo, desde la capital hacia los otros polos urbanos, y de éstos ha irradiado "el conocimiento" hacia las zonas rurales. La Amazonía por la densidad de su flora ha sido siempre una región difícil de acceso, para los incas, para los españoles, para el capitalismo, para la evangelización, etc. Por ello, de ninguna manera es de extrañarse que éste sea uno de los últimos rincones libres y semi-libres del capitalismo. Pero la pregunta es: ¿por qué? Hernando de Soto piensa que es por ignorancia de los indígenas, por ello, según el, primeramente hay que llevarles ese conocimiento y, en segundo lugar, el Estado debe de iniciar un proceso normativo de propiedad privada en todo el país. Sin embargo esto no permitiría al poblador indígena de escoger según su identidad étnica, según sus tradiciones y según su cultura, un modo de vida no capitalista. Es decir que si de Soto estima que antes no había otra elección más que la pobreza por la ignorancia del capitalismo, ahora ya no habrá ignorancia pero tampoco habrá elección: la propiedad privada es para todos, si o si.
Pero volvamos a la pregunta del millón: ¿Por qué hoy el indígena vende lo que pesca, lo que caza, lo que teje, por qué compra? ¿Por qué, como dice Hernando de Soto, está entrando al mundo del Mercado? Sociológicamente no creo que sea porque quiera, sino porque muchos de ellos están obligados a hacerlo. Esa obligación proviene del hecho que las aguas contaminadas ya no dan tantos peces como antes, que los bosques deforestados ya no dan tantos animales como antes, etc. Entonces para compensar esas carencias ahora hay una obligación de comprar arroz, maíz, etc. Es decir productos del exterior para los cuales se necesita dinero en efectivo, la solución entonces no es otra más que el comercio. No estamos aquí hablando del pucalpino, o del iquiteño que vive el capitalismo desde la época cauchera, estamos hablando de personas que viven en zonas rurales alejadas. Personas que están marginadas del progreso pero que por otro lado son violentadas por nuestro progreso (quitándoles tierras, usando sus recursos, contaminando sus aguas).
Y frente a estos problemas originados por el capitalismo, la solución que Hernando de Soto propone es extender aún más el modelo capitalista de manera tal que se termine con la marginación económica contra los pueblos que no conocen el modelo. Pero ¿qué sabe usted que realmente sean esas las voluntades de esos pueblos? Desde una lógica menos conservadora y tecnócrata pienso que sería más respetuoso comenzar por trabajar en que nuestro modelo sea menos violento con los pueblos originarios. Es decir, limitar el impacto de nuestras actividades comerciales e industriales para permitir a esos pueblos de vivir en paz con su cosmovisión si así lo desean. Desgraciadamente, para el capitalismo que de Soto defiende, eso conlleva a restringir las libertades excesivas de ciertas empresas irresponsables. En segundo lugar se debe de luchar por admitir y hacer admitir al Estado que no existe un solo modelo económico, sino que existen múltiples modelos y también modelos de economía mixta, de ésta forma así como la Constitución admite que existe un derecho consuetudinario y se dan facilidades para su aplicación, también se debe de admitir que existe una economía consuetudinaria y deben de facilitarse los recursos para su aplicación y para su preservación. Esto pienso que es fundamental para la conservación de un patrimonio cultural inmaterial que es la economía consuetudinaria. Tratar de cambiarlo violentamente, aún así fuera con voluntad de progreso, genera una extinción de valores ancestrales comunitarios y por ende una vergonzosa exterminación cultural.
Ahora bien, antes de explicar porque desgraciadamente ésta idea de Hernando de Soto va contra los derechos humanos, hay que reconocer que si las ideas del economista prosperasen en los círculos indígenas quizás éstos se vestirían con ropa de mejor calidad, vivirían en casas de material más fuerte, alimentarían más y mejor a sus familias. Pero allí nuevamente existe un conflicto cultural con las ideas de Hernando de Soto ya que lo que el considera como mejor, quizás no lo sea para un indígena, sus investigaciones son magras en ese sentido. Es decir que lo único que se puede apreciar en su demostración es una compilación de elementos dispersos (actividades de compra-venta, conversaciones con indígenas occidentalizados hasta la médula) que demuestran una supuesta voluntad global y colectiva de los indígenas a ser capitalistas. Pero eso ni de Soto ni nadie lo han demostrado aún cavalmente y sería realmente irresponsable imponer en la Amazonía un modelo sin consultar a los pueblos, más aún si la iniciativa proviene del organismo llamado Instituto Libertad y Democracia que de Soto fundó.
Instituto Libertad y Democracia… dicho sea de paso, quizás se estén excediendo las prerrogativas de ese instituto, porque por su denominación éste trabaja por el progreso de la libertad y de la democracia (democracia que en realidad también está compuesta por libertades). No veo bajo que argumento trabaja ese instituto en la mejora de la calidad de vida de los indígenas ya que éste es un tema de justicia social, de derechos sociales, de igualdad de oportunidades, o como se quiera llamar en ese sentido. Más no un tema de libertad, ni de democracia, peor aún si el doctor de Soto NO propone la consultación de los pueblos antes de imponerles un modelo.
Posiblemente que los tecnócratas que se desempeñan en dicho instituto puedan alegar que justamente la propiedad otorga la libertad de poder hacer empresa y de disponer de lo que es suyo, lo cuál ahora no es posible en los territorios indígenas. Es posible que digan eso y es posible que tengan razón, pero creo que a punta de otorgar libertades por doquier y de creer que éste modelo sacará a todo mundo de la pobreza están ustedes creyendo que todos ingenuos. Estimado lector, es probable que usted conozca el modelo capitalista, sabe entonces usted que por más bueno o malo que a usted le parezca, éste paradigma genera de todas formas una cierta forma de desigualdad social y por ende un individualismo más o menos marcado. Por ello, hacernos creer que el capitalismo eliminará la pobreza de las regiones indígenas es una falacia, más bien perpetuará la pobreza, la consolidará bajo un marco legal. Algunos pocos se volverán ricos a costa del trabajo de sus hermanos y serán mostrados como los triunfantes del modelo. Pero ¿qué sucederá después de que el indígena-propietario haya vendido su parcela a 500 dólares por necesidad? ¿Qué pasará con nuestros recursos cuando los conocimientos medicinales sean vendidos al primer “gringo avispado” bajo el pretexto de que la propiedad intelectual es individual y se puede vender? Lo que sucederá es que se creará una elite de pocos indígenas o de extranjeros, que serán los que más hayan comprado, los que más hayan comercializado, los que más hayan explotado su conocimiento del mundo urbano (basta con consultar en ese sentido un ejemplo: el de los indios Huetares de Costa Rica). Así las cosas, pienso que la iniciativas de de Soto importaría desigualdad social al interior mismo de las comunidades (muchas de las cuales hoy viven en igualdad) y perpetuaría la pobreza de los que hoy ya son considerados como pobres según un esquema occidental.
II- El drama de los derechos humanos: la oposición entre los derechos sociales - culturales y la libertad extrema
Con respecto al trágico “incidente de Bagua”[1] por no llamarlo de otra forma, Hernando de Soto ha retomado los argumentos del conflicto para hacer suyo el problema y terminar por convencernos que su doctrina de extensión del capitalismo trae la solución al problema estructural a través de la accesión a la propiedad privada de los amazónicos y de la conformación de empresas privadas para estos. Sin embargo, deploro que se resalten únicamente los beneficios de los ciertos derechos humanos (la propiedad, la libre empresa) pero que se ignoren los derechos culturales de los pueblos autóctonos. Peor aún, lamento profundamente que, para dar solución a un conflicto social, una persona de tanto prestigio académico no defienda prioritariamente los derechos económicos y sociales más obvios y básicos para un humano como son el derecho a la salud, a la alimentación o a la educación.
Sin embargo si nos concentramos en el caso del “incidente de Bagua”, este es más un problema que concierne a los derechos culturales que a un problema de libertades, o de derechos económicos o de derechos sociales. Por ello es indispensable observar que en el tema de Bagua simplemente hay una incomprensión del Gobierno central frente a la cultura de una parte de sus administrados. En ese sentido, los amazónicos se oponen a que el Estado disponga de sus tierras sin consultarlos con anticipación. En efecto algunos de estos pueblos originarios tienen la creencia de que éstas tierras son sagradas (ancestros enterrados, espíritus, la naturaleza está viva, etc.) otros creen que la subsistencia de sus grupos se vería afectada si, como ha sucedido anteriormente, la flora y la fauna que allí se encuentra fuera depredada, ya que eso provocaría un desequilibrio que ellos estiman irreparable (por más pequeño que sea). Sin embargo, nosotros occidentales, limeños, arequipeños, neoyorquinos, parisinos, no comprendemos en nuestra mayoría esa visión por estar muy alejada de nuestra cotidianidad. Pero para entender mejor, tenemos que imaginar que esas tierras, por las cuales se han generado los conflictos, son para algunos como un refrigerador gigante y al mismo tiempo son para algunos otros como una iglesia gigante.
Así, del mismo modo que yo consideraría como una violación del derecho humano al culto el hecho de que se venda al martillo la catedral de Lima para generar recursos para el Estado, también considero que es una violación al derecho humano al culto de los pueblos amazónicos el hecho que se otorgue en concesión un territorio considerado como sagrado, y esto aunque los creyentes sean "solo" una minoría. Allí pues hay un choque de culturas entre, por un lado, el Gobierno que no entiende esas consideraciones por considerar que solo a los occidentalizados se aplican los derechos humanos en el Perú y por otro lado, los pueblos amazónicos que defienden sus derechos culturales amparados únicamente e in extremis por la Convención 169 de la OIT.
Pero ¿qué tiene que ver de Soto en el tema de Bagua? Desgraciadamente el economista allí no tendría nada que aportar puesto que ni él, ni su Instituto Libertad y Democracia tienen vocación a defender los derechos culturales. Sin embargo en el vídeo precitado, y que figura en la página web de sus Instituto, se le puede observar retomando el tema del conflicto de Bagua para convencernos de su doctrina. Así, desde una óptica de derechos humanos, creo que se ha recuperado el tema de forma sumamente desplazada por que el tema del caso Bagua no correspondía ni a la pobreza, ni mucho menos al acceso a la propiedad, el tema era el uso de esas tierras por parte del Estado.
Ya habiendo evacuado la mala utilización por parte del Instituto Libertad y Democracia del caso de Bagua, solo me queda preguntarme por que la “doctrina de Soto” privilegia tanto a la propiedad y hace caso omiso a los derechos sociales.
Para responder cabe señalar de que existen dos clasificaciones de derechos humanos: por un lado, los derechos civiles y políticos, compuestos globalmente por libertades, y por otro lado, los derechos económicos sociales y culturales. Así, la democracia, la libertad de empresa, la propiedad privada, son ejemplos de derechos civiles y políticos. Por su parte, la alimentación, la salud, la educación son ejemplos de derechos económicos, sociales y culturales. En el caso de Bagua, por ejemplo, el nudo del problema concernía a los derechos culturales.
En ese sentido, es sumamente reductor y peligroso negar la progresión o el desarrollo de alguna de estas dos categorías de derechos (civiles/políticos - económicos/sociales/culturales), por que se niega la unicidad y la integridad de los derechos humanos. No obstante en el caso de los derechos civiles y políticos no hay que olvidar que éstas son libertades y que por ende éstas son opcionales. Así por ejemplo, si tengo derecho a asociarme libremente, por analogía jurídica también tengo derecho a no asociarme. Por ello, no se puede obligar a pueblos o a individuos que no lo han solicitado a que sean propietarios. COFOPRI no los puede convocar un día y hacer de ellos propietarios si dentro de la visión del mundo de muchos de ellos la naturaleza es propietaria nuestra y no al revés.
De este modo, no comprendo como en sus múltiples desarrollos y exposiciones sobre la solución a la pobreza del Tercer Mundo, Hernando de Soto solo defiende una parte de los derechos humanos y no hace hincapié con el mismo enfasis en el progreso de los derechos económicos, sociales y culturales aún cuando los pueblos estén desnutridos, analfabetos y enfermos. En ese caso, no creo estar en un error al afirmar que la libertad y la democracia nada pueden para curar al tuberculoso si no hay postas médicas, la propiedad privada nada puede contra el iletrado si no hay escuelas o si éstas son de pésima calidad. La democracia de poco sirve para el que vive una situación de desnutrición crónica. Así pues con doctrinas que excluyen la aplicación plena de los derechos humanos por conflictos ideológicos o políticos, los únicos que sufren son los pobres. Desgraciadamente el doctor de Soto le da ochenta vueltas al asunto y pasa por la propiedad, luego por la empresa, después por la inversión, y finalmente por el beneficio para dar de comer al pobre cuando en la urgencia de la desnutrición y del iletrismo hay caminos más fáciles.
Pienso humildemente que las libertades individuales (propiedad, empresa, etc.) deben de declararse normativamente y se deben de otorgar los medios para poder realizarlas si es que se desea. No obstante, éstas libertades no deben de ser infinitas sino que deben de terminar donde empiezan los derechos colectivos, es decir respeto de las culturas (por eso hay que consultar a los pueblos), de la alimentación de los que no tienen que comer, los derechos medio ambientales, etc. Por ello, también es importante concentrar nuestros esfuerzos en el impulso de la mejora de la educación, del progreso del sistema de seguridad social, en la creación de un derecho a la alimentación.
[1] En el año 2009, después de meses de una negociación cacofónica a raíz de la explotación de recursos primarios en el subsuelo de territorios indígenas, un conflicto entre el gobierno peruano y los pueblos amazónicos estalla en la región amazónica de Bagua. Nunca se sabrá cuantos muertos hubieron realmente entre policías y civiles. La cifra oficial es de una veintena, algunos pobladores y periodistas afirmaron que fueron cientos de muertos.